Salir sin rumbo y encontrar algo que ni te imaginas… sólo lo había oído. Pero me pasó. Sí, sí. Amantes del vermú ¡hay todo un museo! Lo descubrí en las vacaciones de Semana Santa cuando fuimos a pasar unos días a Salou. No hacía tiempo para ir a la playa, así que pensé en otra forma de que mis hijas se lo pasaran bien.
El día menos pensado
La verdad es que ese día tenía planeado ir a visitar el parque Sama, a las afueras de Cambrils. Pero al llegar allí y encontrarlo cerrado (como mucha otra gente) volvimos a montar en el coche y… ¿a dónde? Pues en la primera salida de autovía que me encontré: la de Reus. Nunca había estado allí así que me pareció buena idea y con el apoyo moral de mis hijas pronto aparcamos en el centro (o eso creo) de la ciudad.
Museo del vermú con niños
Andando y riéndonos de la aventura (para mis hijas es todo una aventura meterte en sitios que no conoces) nos encontramos, por lo que supongo es el casco viejo de Reus, con unos carteles que rezaban Museo del vermut. ¡Sorpresa! Yo que visito todos los museos posibles con mis niñas no podía pasar de este. ¡Y tan peculiar! Además como las casualidades no existen fue justo en la hora del vermú, ja, ja, ja.
La visita
Sólo con asomarnos por la puerta ya nos cautivó la terraza y como era de esperar, estaba a tope de gente. El camarero nos explicó muy amable que podíamos entrar a ver el museo y luego sentarnos dentro. Os puedo asegurar que en pocos museos he visto las caritas que mis hijas tenían allí. El sitio es espectacular. En la colección encontramos representadas cerca de 2.000 marcas de vermú diferentes, procedentes de hasta 56 países del mundo, tan diversos como Egipto, Costa Rica, Israel o Japón.
Una botella de la marca Cinzano que Pau Tàpias le regaló a su hijo, Joan Tàpias, marcó el inicio de la colección de artículos relacionados con el vermú más grande del mundo (bendito móvil que pude leer un poco para hacer de guía con las niñas). Desde el año 1982 hasta hoy Tàpias ha reunido más de 5.000 artículos diferentes.
Esta colección consta de más de 1.300 botellas, 300 carteles publicitarios, 3.000 etiquetas, así como documentos y decenas de cientos de objetos comerciales, como postales, cenizas, cartas, llaveros, abridores, cochecitos, vasos o figuras decorativas.
La distribución del edificio es muy llamativa y hace que el sitio tenga aun más glamour. Las paredes, escaleras y todo tipo de estanterías están cubiertas con artículos relacionados con el combinado estrella de los aperitivos. Hasta para ir al baño las paredes cantan frases chulas.
El Museo permanece abierto todo el año y la entrada para visitarlo es gratuita. Después de visitarlo seguros que hacéis como nosotras y os tomáis algo allí.
El vermú
Como no podía ser de otra manera nos sentamos y pedimos. Mi hija mayor decía que entre el sitio tan inusual y las conversaciones en catalán de las mesas de al lado parecía que estábamos en otro país. ¡Y cuánto les gustó el aperitivo! No os fijéis en mi caña, no soy de vermú (aunque pensé en hacer el esfuerzo), supongo que es de los pinchopotes tudelanos que tanto me gustan.
El cucurucho de patatas realmente es una bolsa pero mira tú qué manera más ingeniosa de servirla. ¡Las niñas flipaban! Y yo más cuando la mayor descubrió que en el papel del cucurucho contaban la historia de las patatas fritas. Vamos, que se terminó las patatas y se llevo el papel 🙂
Dos pitufas de 6 y 8 años que el día anterior habían visto el museo de Arte moderno de Tarragona y hablan mucho más del museo del vermú de Reus… por algo será. Si queréis descubrirlo ya sabéis, Reus, calle Vallroquetes 7.
¡Ah!, cuando por fin consiga ir al parque Sama también os lo contaré.
4 respuestas
Muchas gracias por tu escrito y me alegro mucho que pasarais un buen rato en el Museu con tu familia. Saludos!!!
¡Es que el sitio es fabuloso Joan! Vuelvo cada vez que estoy por la Costa Dorada. ¡Y lo mejor de todo es cuanto les gustó a mis hijas! Si algún día te dejas caer por Tudela te invitamos nosotras a unos pinchos 😉