Hace unos cuantos años, cuando acabé mis estudios en la universidad y volví durante una temporada a casa de mis padres, decidí prepararme para la vida moderna: aprendí a coser.Hice patrones de faldas, pantalones, vestidos, camisas, aprendí a hacer ojales, coser bajos, poner cremalleras… Mis hermanas sufrieron mis modelos y diseños, los cuales acaba rematando en el acto antes de enviarlas con su nuevo look a la calle.
En aquel momento, fueron mis padres los que me regalaron mi primera máquina de coser, una Singer portátil que ha ido conmigo de ciudad en ciudad desde entonces. Así que cuando mi hija mayor pidió como regalo navideño una máquina de coser, no dudé ni un segundo que lo llevaba en los genes. Yo soy nieta de modista y ella bisnieta, así que estaba claro: la niña cosería, y lo haría muy bien (amor de madre, del bueno).
La máquina de coser
La máquina llegó la mañana de Navidad y de inmediato la desembalamos y nos pusimos al lío (es lo que tienen los regalos que son para padres e hijos y acaban haciendo más ilusión a nosotros que a ellos). Tras los primeros roces familiares, provocados por la nueva máquina (que si se enhebra así o asá, que déjame a mí, que mete tú el hilo que yo no puedo) ella hizo sus primeros pespuntes. Probó todas las bondades del nuevo juguete y lo guardó sin más.
¡Ohhh! Mi gozo en un pozo. La Nancy Tokio le ganó la partida a la Singer en esas semanas de vacaciones. Hasta que la vuelta a la rutina nos llevó a sacar de nuevo
la máquina de coser y ahí es donde me dí cuenta de que soy capaz de muchas cosas, muchas, pero lo de enseñar a mis hijas ciertas habilidades…lo dejo a los profesionales.
Mi peque quería aprender a coser pero no conmigo. Y yo creo que para coser a máquina, también hay que saber hacerlo a mano.
Aprendiendo a coser en Tudela. Un juego de niños
Una mañana de viernes, tomando café en nuestra librería favorita, me percaté de justo enfrente, en la calle Herrerías junto a la Pastelería Aguado, estaba El Duende del Hilo. Una preciosa tienda de lanas, hilos y todo lo que necesitas para coser, bordar y tricotar. Y además, la paciencia y sabiduría de Maite, es la guinda del local, un remanso de paz lleno de colores, que huele a lana y a la casa de mi abuela, que me evoca tantos buenos recuerdos y que ahora, cada sábado por la mañana, es el sitio donde mi hija aprende a coser.
Siempre como un juego, con el objetivo de hacer unas preciosas muñecas de trapo. Guiada por Maite, con una técnica sencilla pero que les engancha, (porque van varias niñas y alguna madre), aprenden a coser a mano y a máquina.
Maite ha conseguido lo que me parecía imposible hace un par de meses: que mi hija pase un rato grande concentrada y más o menos quieta (no os cuento las posturas contorsionistas en las que se coloca para coser en casa). Hay varios grupos de costura, el viernes por la tarde y el sábado por la mañana, para niñas y niños.
Comienzan cosiendo una muñeca de trapo, para coger destreza con la aguja a mano. Y luego pasan a la costura con máquina, haciendo pequeños vestidos a sus muñecas. En casa tenemos ya una preciosa muñeca candela, de ojazos marrones, vestido verde y bolso rojo a juego con los zapatos. Y ahora vamos a por una hawaiana y un hermano para la muñeca.
Pasaros por el taller de costura de El Duende del Hilo y disfrutad de esos momentos de coser, bordar y tricotar.
Accesorios útiles: Tabla de corte y cutter rotarorio.
5 respuestas
A partir de que edad son los grupos de costura?
Creo que a partir de 6 años. Lo mejor es que pases por allí y le preguntes a Maite 🙂
En la Apyma de Griseras hemos ofertado este año un extraescolar de costura para padres. He flipado con la muñeca Candela, espero que la explicación sea que los niños aprenden más rápido que los mayores, porque si no me deja en muy mal lugar, jajaja. Podríamos plantear una extraescolar de costura para niños el año que viene…
¿Y que tal ha funcionado la extraescolar para padres? La verdad es que es una gozada poder coser juntas…